El estudio fue dirigido por investigadores de la Universidad de California, Berkeley. Los investigadores utilizaron una combinación de genética, electrofisiología y técnicas de imagen para identificar los receptores de CO₂ en las neuronas de la mosca de la fruta. Descubrieron que estos receptores son parte de una familia de proteínas llamadas receptores ionotrópicos de glutamato (iGluR). Estos receptores normalmente son activados por el neurotransmisor glutamato, pero en el caso de las moscas de la fruta, han evolucionado para responder también al CO₂.
Los investigadores también descubrieron que los receptores de CO₂ se encuentran en las puntas de las dendritas de las neuronas. Esta es la parte de la neurona que recibe señales de otras neuronas y células sensoriales. Los receptores de CO₂ son capaces de detectar incluso niveles muy bajos de CO₂, lo que es esencial para que las moscas de la fruta encuentren fruta podrida.
Además de identificar los receptores de CO₂, los investigadores también encontraron una manera de bloquearlos. Examinaron una biblioteca de compuestos e identificaron una pequeña molécula que se une a los receptores y les impide responder al CO₂. Este compuesto podría usarse potencialmente para desarrollar nuevas formas de controlar las moscas de la fruta y otras plagas que se sienten atraídas por el CO₂.
El descubrimiento de los receptores de CO₂ en las neuronas de la mosca de la fruta podría tener varias aplicaciones potenciales. Por ejemplo, podría utilizarse para desarrollar nuevas formas de controlar las moscas de la fruta y otras plagas atraídas por el CO₂. También podría utilizarse para estudiar el sentido del olfato en otros insectos y animales. Por último, podría ayudar a los científicos a comprender mejor cómo funcionan las neuronas y cómo procesan la información sensorial.
Los receptores de CO₂ identificados en este estudio podrían usarse para desarrollar nuevas formas de controlar las moscas de la fruta y otras plagas que se sienten atraídas por el CO₂. Por ejemplo, las trampas podrían cebarse con CO₂ y luego usarse para capturar las plagas. Alternativamente, se podrían rociar compuestos que bloqueen los receptores de CO₂ en cultivos u otras áreas donde las plagas sean un problema. Esto haría que las plagas tuvieran menos capacidad para encontrar alimento y podría ayudar a reducir sus poblaciones.
Los receptores de CO₂ identificados en este estudio también podrían usarse para estudiar el sentido del olfato en otros insectos y animales. Al comparar los receptores de CO₂ en diferentes especies, los científicos podrían aprender más sobre cómo ha evolucionado el sentido del olfato y cómo se utiliza para diferentes propósitos. Esta información podría ayudar a comprender mejor cómo interactúan los animales con su entorno y cómo encuentran comida y pareja.
Por último, el descubrimiento de los receptores de CO₂ en las neuronas de la mosca de la fruta podría ayudar a los científicos a comprender mejor cómo funcionan las neuronas y cómo procesan la información sensorial. Esta información podría ayudar a avanzar en el campo de la neurociencia y conducir a nuevos conocimientos sobre cómo funciona el cerebro.