A diferencia de la mayoría de las células animales, las células de los hongos no tienen telómeros, secuencias de ADN especializadas que protegen los extremos de los cromosomas y se acortan con cada división celular. Esto significa que las células de los hongos pueden dividirse indefinidamente sin experimentar senescencia celular, el proceso de envejecimiento y muerte celular. Esta inmortalidad celular es parcialmente responsable de la larga vida útil de algunos hongos.
Mecanismos de reparación del ADN
Los hongos poseen sólidos mecanismos de reparación del ADN que les permiten reparar eficientemente el daño del ADN causado por el estrés ambiental, como la radiación y el estrés oxidativo. Estos mecanismos de reparación incluyen reparación por escisión de nucleótidos, reparación por escisión de bases y recombinación homóloga. Al reparar eficazmente el daño del ADN, los hongos pueden mantener la integridad del genoma y prevenir la acumulación de mutaciones dañinas que pueden provocar cáncer.
Actividad antioxidante
Los hongos producen varios antioxidantes, incluidos ergotioneína, glutatión y compuestos fenólicos, que pueden neutralizar los radicales libres y prevenir el estrés oxidativo. Los radicales libres son moléculas altamente reactivas que pueden dañar el ADN y otros componentes celulares, aumentando el riesgo de cáncer y otras enfermedades. La actividad antioxidante de los hongos ayuda a proteger sus células del daño oxidativo y contribuye a su longevidad.
Activación del sistema inmunológico
Los hongos contienen compuestos que pueden activar el sistema inmunológico y mejorar su capacidad para reconocer y eliminar células dañadas o cancerosas. Por ejemplo, se ha demostrado que los polisacáridos como los betaglucanos y el lentinano activan las células inmunitarias, incluidos los macrófagos, las células asesinas naturales y las células dendríticas. Esta activación inmune contribuye a la defensa del cuerpo contra el cáncer y otras enfermedades.
Falta de depredadores y competencia
Los hongos suelen crecer en entornos tranquilos con abundantes recursos y competencia limitada de otros organismos. Esta falta de depredadores y competidores reduce las posibilidades de que los hongos sufran daños físicos o agotamiento de nutrientes, lo que puede estresar sus células y contribuir potencialmente al desarrollo del cáncer.
Es importante señalar que, si bien los hongos tienen estas ventajas biológicas inherentes que contribuyen a su larga vida útil y a su resistencia al cáncer, siguen siendo susceptibles a otras enfermedades y tensiones ambientales. En la naturaleza, los hongos pueden verse afectados por cambios de temperatura, humedad y disponibilidad de nutrientes, así como por enfermedades causadas por bacterias, virus y otros hongos.