Si bien los comportamientos innatos desempeñan un papel crucial en nuestra supervivencia y desarrollo, no determinan directamente cómo conducimos nuestro automóvil. Conducir un automóvil es una habilidad que se aprende y que involucra procesos cognitivos, coordinación motora y práctica. No se trata de un comportamiento innato sino de una tarea compleja que se adquiere a través de la experiencia y el entrenamiento.