Además de los gatos domésticos traídos por los colonos, también había gatos salvajes que vivían en estado salvaje en Australia. Estos gatos salvajes probablemente descendían de gatos que habían escapado de barcos o de los primeros asentamientos europeos. Con el tiempo, la población de gatos salvajes creció y se extendió por todo el país.
Hoy en día, se estima que hay 10 millones de gatos salvajes en Australia. Se consideran una amenaza importante para la vida silvestre nativa, ya que se alimentan de una amplia variedad de animales, incluidas aves, mamíferos y reptiles. Los gatos salvajes también son responsables de la extinción de varias especies australianas.