Dos de las especies de polillas, Utetheisa ornatrix y Utetheisa pulchella, se encuentran en América del Norte y una, Utetheisa bella, vive en Madagascar. Las tres especies se alimentan de plantas que producen alcaloides de pirrolizidina, que son tóxicos para la mayoría de los animales. Sin embargo, las orugas de estas polillas pueden secuestrar estos alcaloides y almacenarlos en sus cuerpos, lo que los hace venenosos para los depredadores.
Los investigadores, dirigidos por el Dr. Marcus Kronforst de la Universidad de Chicago, secuenciaron los genomas de las tres especies de polillas Utetheisa y los compararon con los genomas de otras polillas y mariposas. Descubrieron que las polillas Utetheisa habían adquirido un grupo de genes de bacterias que codifican enzimas para sintetizar alcaloides de pirrolizidina.
"Esta es la primera vez que encontramos un ejemplo de una oruga que adquiere la capacidad de producir sus propias toxinas al incorporar genes de bacterias", dijo el Dr. Kronforst. "Este es un descubrimiento realmente emocionante que podría tener implicaciones para comprender la evolución de otros animales venenosos".
Los investigadores creen que las polillas Utetheisa pueden haber adquirido los genes bacterianos mediante un proceso llamado transferencia horizontal de genes. Esto ocurre cuando se transfieren genes entre diferentes especies, incluso si no están estrechamente relacionadas. Se cree que la transferencia horizontal de genes es un fenómeno relativamente raro, pero se sabe que ocurre en otros animales, como pulgones y chinches.
El descubrimiento de cómo las polillas Utetheisa desarrollaron sus propiedades venenosas podría tener implicaciones para comprender la evolución de otros animales venenosos. Por ejemplo, es posible que otros animales venenosos, como serpientes y arañas, también hayan adquirido sus propiedades tóxicas mediante la transferencia horizontal de genes.
En conclusión, los investigadores sugieren que su estudio proporciona evidencia de que la transferencia de genes entre especies puede desempeñar un papel en la evolución de nuevos rasgos. Esperan que estudios futuros exploren este proceso más en profundidad e identifiquen otros casos en los que la transferencia horizontal de genes haya llevado a la evolución de nuevas adaptaciones.