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    Los caballos desbocados de Londres nos recuerdan que los animales también son trabajadores

    Crédito:Pixabay/CC0 Dominio público

    La extraordinaria visión de cinco caballos galopando por Londres, sudando y cubiertos de sangre, provocó que el hashtag #Apocalypse se convirtiera brevemente en tendencia en las redes sociales la semana pasada.



    Los caballos militares, que participaban en un ejercicio en la capital, chocaron con vehículos y asustaron a los peatones, cuando fueron asustados por las ruidosas obras de construcción cercanas. Y aunque no es exactamente un presagio del fin de los días, el incidente nos da motivos para reflexionar sobre el papel de los caballos de trabajo en nuestra vida diaria.

    Y es un papel con una larga historia. Durante siglos, los caballos han transportado personas, mercancías y ejércitos, y han proporcionado energía en granjas y fábricas.

    Luego, después de la Segunda Guerra Mundial, muchos fueron reemplazados por vehículos y maquinaria motorizados. Pero eso no significa que dejaron de funcionar.

    Hoy en día hay alrededor de 850.000 caballos en el Reino Unido. Además de las unidades militares, hay 13 fuerzas policiales con unidades montadas. Los caballos son un espectáculo habitual en los partidos y manifestaciones de fútbol, ​​así como en ocasiones ceremoniales. Pero la mayoría de los caballos de trabajo se emplean ahora en las industrias del deporte, el turismo y el ocio.

    Y ésta es una de las razones por las que quizás no reconozcamos a los caballos como "trabajadores". Nuestro antropocentrismo arraigado (creer que los humanos son los seres más importantes) significa que a menudo no tomamos en cuenta que, desde la perspectiva de un caballo, lo que es ocio para nosotros sigue siendo trabajo para ellos. A esto se suma la suposición de que lo que importa es el trabajo remunerado. No podemos pagar a los caballos, entonces, ¿cómo podemos describir lo que hacen como trabajo?

    Sin embargo, incluso para el ojo inexperto, es difícil describir de otra manera lo que hacen muchos caballos. Es su esfuerzo físico el que transporta a los soldados o los agentes de policía, el que deleita a los apostadores en el hipódromo o el que transporta troncos de bosques gestionados de forma sostenible.

    Y también realizan un hábil trabajo emocional, navegando por las concurridas calles de la ciudad o anticipando el próximo movimiento del jinete del rodeo.

    Cuando consideramos adecuadamente a los caballos como trabajadores, queda claro que merecen consideración, respeto y condiciones de trabajo seguras, al igual que sus colegas humanos.

    Las inquietantes escenas de Londres el 24 de abril mostraron lo que sucede cuando esas condiciones son violadas por un mundo exterior hostil. Y fue un recordatorio de que debemos tener en cuenta que, si bien las personas involucradas han elegido en gran medida su línea de trabajo, no se puede decir lo mismo de los caballos en sí.

    Las preguntas se vuelven aún más difíciles si adoptamos una perspectiva global. Es evidente que estamos muy lejos de un mundo en el que el trabajo decente sea una posibilidad para todos, independientemente de la especie. En muchos casos, no sólo los caballos, sino también las personas que trabajan con ellos están sujetos a condiciones laborales extremadamente pobres, o lo que un investigador llama "sufrimiento compartido".

    Relaciones estables

    Por el contrario, la vida laboral de los caballos de caballería de Londres se caracteriza por un alto nivel de atención, una amplia formación y una larga jubilación. Esto da una idea de lo que es posible en un mundo donde tratemos a los trabajadores animales con respeto.

    Pero para muchos animales de trabajo, la realidad es muy diferente. Y nuestra renuencia a reconocer a los trabajadores animales entre nosotros es un síntoma de un problema mayor. Como sociedad global, a menudo parecemos incapaces de reconocer a nuestros vecinos no humanos como algo más que recursos para nuestro propio beneficio, con consecuencias desastrosas.

    Si queremos encontrar una salida a desafíos ambientales como la crisis climática, necesitamos encontrar nuevas formas de pensar sobre el planeta y todas las especies que lo comparten con nosotros. Reconocer a los caballos y otros animales como trabajadores es un pequeño paso en ese camino.

    Investigaciones recientes han descubierto que trabajar con caballos influye en la comprensión de las personas sobre lo que constituye una "buena vida", lo que luego las inspira a cuidar mejor su entorno.

    Este es un ejemplo de lo que un experto llama "solidaridad entre especies":la idea de que alguien no necesita ser igual a nosotros para que nos preocupemos por su bienestar. Y tal vez esa sea la sensación de que nuestra larga relación de trabajo con los caballos podría ayudar a reavivarla.

    Proporcionado por The Conversation

    Este artículo se vuelve a publicar desde The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.




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