Las imágenes, capturadas por los instrumentos infrarrojos de Webb, revelan galaxias que existieron hace unos 13.500 millones de años, apenas unos cientos de millones de años después del Big Bang. Estas galaxias jóvenes están repletas de gas y polvo, que son las materias primas necesarias para la formación de estrellas. Se cree que la intensa actividad de formación estelar dentro de estas galaxias contribuye significativamente a la reionización del universo, un proceso en el que el gas hidrógeno neutro que impregnaba el cosmos primitivo se transformó en hidrógeno ionizado.
Uno de los aspectos más intrigantes revelados por las imágenes de Webb es la presencia de estructuras "grumosas" dentro de estas galaxias primitivas. Estos grupos, que probablemente sean lugares de intensa formación estelar, se consideran los precursores de las galaxias elípticas masivas actuales. Al observar estos "bloques de construcción" de las galaxias en el universo primitivo, los astrónomos esperan obtener información sobre los procesos que dieron forma a la evolución de las galaxias durante miles de millones de años.
Además, las imágenes de Webb han permitido a los científicos medir la masa estelar de estas galaxias ricas en gas, proporcionando información crucial sobre su crecimiento y evolución. Las observaciones sugieren que estas galaxias formaron estrellas a un ritmo prodigioso, contribuyendo a la historia general de formación estelar del universo.
Los últimos hallazgos del telescopio espacial James Webb continúan transformando la comprensión de los astrónomos sobre el universo primitivo. Al profundizar en los reinos de las galaxias más distantes y prístinas, Webb ofrece una visión de la génesis de las galaxias y de los procesos que han dado forma al universo tal como lo conocemos hoy.