Motor Rutherford que fue atrapado del cielo siendo probado con éxito. Crédito:RocketLab
Los motores de cohetes reutilizables se han puesto de moda últimamente, incluso cuando la misión Artemis I de la NASA, continuamente retrasada, intenta lanzarse con tecnología no reutilizable. Siendo realistas, la única forma de reducir significativamente los costos de lanzamiento es reutilizar los motores en lugar de construirlos desde cero cada vez. Otra pequeña empresa emergente, RocketLab, ha vuelto a probar con éxito un cohete que ha volado al espacio.
SpaceX ya ha volado varios de sus motores Raptor al espacio varias veces, y ha sido noticia en el camino. Pero no es la única empresa con ambiciones de reutilizar sus cohetes. RocketLab, que fabrica un cohete mucho más pequeño llamado Electron, también ha estado observando este hito desde hace un tiempo.
La compañía llegó a los titulares en mayo cuando hizo un espectáculo espectacular al capturar su etapa de cohete en el aire con un helicóptero. Sin duda, eso es algo que SpaceX nunca había hecho antes; de hecho, la compañía incluso tuvo dificultades para atrapar sus carenados usando una red en un bote.
Sin embargo, la captura del helicóptero de RocketLab fue solo el primer paso en un proceso de múltiples etapas para llegar a un cohete reutilizable. Esa primera captura de prueba finalmente obligó al helicóptero a lanzar el cohete al océano, donde fue recogido por un barco.
El agua de mar es corrosiva y dañina para cualquier metal que permanezca en ella por mucho tiempo. Cualquier sistema de navegación espacial que lo toque tendrá que renovarse significativamente, por lo que si planea reutilizar un cohete, probablemente sea mejor dejarlo fuera de la bebida.
El cohete Electron de Rocket Lab se eleva desde su plataforma de lanzamiento en Nueva Zelanda. Crédito:Rocket Lab vía Twitter
Entonces, ¿por qué RocketLab simplemente no vuelve a aterrizar los cohetes en una plataforma como lo hace SpaceX? La respuesta simple es una diferencia de tamaño. El Electron, que pesa 12 toneladas completamente apilado, solo puede lanzar alrededor de 300 kg hacia LEO, en comparación con las aproximadamente 17,000 libras que puede levantar un Falcon 9, incluso si aterriza en una nave no tripulada.
Estos dos cohetes pertenecen a clases completamente diferentes en términos de su potencia, y esa diferencia de tamaño permite que un Falcon 9 lleve suficiente combustible para aterrizar en posición vertical en una plataforma sin tener demasiada capacidad de carga. Por otro lado, llevar suficiente combustible para aterrizar en posición vertical en una plataforma significaría que Electron no tendría suficiente espacio para su carga útil. Sin embargo, un Electron solo cuesta alrededor de $7,4 millones por lanzamiento, y se espera que ese precio baje a medida que los cohetes se vuelvan reutilizables.
La compañía dio un paso en esa dirección cuando probó el cohete que fue capturado en mayo y luego arrojado al océano. Se sometió a algunas reformas, como todos los cohetes devueltos. Pero después, pasó todas las pruebas de fuego estático con gran éxito, incluida la producción de suficiente empuje para entrar en órbita y superó todas las marcas de un motor Rutherford recién construido, la planta de energía detrás del Electron.
Todas estas son buenas noticias para la compañía y la industria espacial privada en general. El siguiente paso es completar la captura de un helicóptero sin tener que tirarlo al océano y luego pasar a reutilizar un cohete que ha estado en el espacio. La compañía tiene mucho más por hacer, pero en breve, parece que los costos de lanzamiento se reducirán aún más, gracias a más cohetes reutilizables. Cohete de Nueva Zelanda capturado pero luego arrojado por helicóptero