Según la Ley de Charles, cuando la temperatura de un gas aumenta, su volumen aumenta proporcionalmente, suponiendo una presión constante. Esto significa que a medida que el aire se calienta, sus moléculas ganan energía cinética y se mueven más rápidamente, lo que hace que se dispersen y ocupen un volumen mayor. Por el contrario, cuando el aire se enfría, su volumen disminuye. Esta relación entre temperatura y volumen es fundamental para comprender diversos fenómenos, como el ascenso de los globos aerostáticos, la expansión del aire en los motores de combustión interna y los patrones climáticos.