En 2006, una chimpancé hembra de 12 años llamada Annie del centro de primates de la Universidad de California en Davis quedó paralizada del cuello hacia abajo después de un derrame cerebral. No se esperaba que ella sobreviviera.
Pero los científicos no estaban dispuestos a renunciar a ella. Crearon una pantalla táctil personalizada que le permitió a Annie controlar sus movimientos. La pantalla táctil se colocó frente a ella en un carro y podía usar los dedos para comunicarse con los científicos.
Los científicos utilizaron diversos métodos para enseñarle a Annie cómo utilizar la pantalla táctil. Utilizaron refuerzo positivo, como darle golosinas cuando completaba con éxito una tarea. También utilizaron la repetición y la práctica, para que eventualmente ella dominara el uso de la pantalla táctil.
Después de varios meses de entrenamiento, Annie pudo utilizar la pantalla táctil para mover brazos y piernas. Pudo alimentarse sola, beber agua e incluso caminar. Los científicos también crearon un juego en la pantalla táctil que la ayudó a mejorar su memoria.
La recuperación de Annie fue un milagro y demostró que incluso frente a la parálisis, todavía hay esperanza de recuperación. La pantalla táctil le dio la posibilidad de comunicarse con sus científicos y mover su cuerpo. También le dio una nueva sensación de independencia y libertad.
En 2019, Annie falleció a la edad de 34 años. Le sobrevivieron sus hijos, sus nietos y un legado de esperanza para otros animales paralizados.