Las investigaciones sugieren que las personas que poseen rasgos masculinos, como la asertividad y el dominio, tienen más probabilidades de iniciar negociaciones salariales que aquellos que poseen rasgos femeninos. Esto se debe a que los rasgos masculinos a menudo se asocian con un sentido de derecho y una voluntad de asumir riesgos, los cuales pueden contribuir a una mayor probabilidad de negociar una compensación más alta.
Por otro lado, es menos probable que las personas que poseen rasgos femeninos, como la amabilidad y la calidez, inicien negociaciones salariales porque estos rasgos a menudo se asocian con un deseo de evitar conflictos y una tendencia a priorizar las necesidades de los demás sobre las propias.
Sin embargo, es importante señalar que los rasgos de personalidad relacionados con el género son sólo un factor que puede influir en quién inicia las negociaciones salariales. Otros factores, como las normas culturales, las expectativas sociales y las experiencias individuales, también pueden desempeñar un papel importante.
Por ejemplo, en algunas culturas puede considerarse más aceptable que los hombres inicien negociaciones salariales que las mujeres, independientemente de sus rasgos de personalidad. De manera similar, las personas que han tenido experiencias positivas con negociaciones salariales en el pasado pueden tener más probabilidades de iniciarlas nuevamente, independientemente de su género o rasgos de personalidad.
Por lo tanto, si bien los rasgos de personalidad relacionados con el género pueden proporcionar una idea de quién inicia las negociaciones salariales, es esencial considerar una variedad de otros factores para comprender completamente este complejo comportamiento.