Según esta teoría, cuando las personas sienten que su partido y sus valores están amenazados, es más probable que entren en conflicto con miembros de otros partidos. Esto se debe a que ven a la otra parte como una amenaza a su propia forma de vida y valores, y pueden sentir que necesitan defenderse contra esta amenaza.
Esta teoría está respaldada por una serie de estudios que han demostrado que las personas que se sienten amenazadas por el otro partido tienen más probabilidades de expresar actitudes negativas hacia ese partido y sus miembros. También es más probable que adopten comportamientos hostiles, como discutir o incluso atacar físicamente a miembros de la otra parte.
El conflicto y la hostilidad partidistas pueden tener varias consecuencias negativas para la sociedad en su conjunto. Por ejemplo, puede dificultar que los políticos trabajen juntos para resolver problemas y puede provocar estancamiento y parálisis política. También puede dificultar que los ciudadanos entablen un discurso civilizado entre sí.
Para abordar estos problemas, es importante abordar las causas subyacentes del conflicto y la hostilidad partidistas. Una forma de hacerlo es reducir la percepción de amenaza entre las diferentes partes. Esto podría lograrse promoviendo el diálogo y el entendimiento entre las partes y alentando a las personas a verse unos a otros como conciudadanos y no como enemigos.