1. Desperdiciadores involuntarios: Estas personas no desperdician alimentos intencionalmente, pero pueden hacerlo debido a una mala planificación o falta de conciencia. Es posible que compren demasiada comida, se olviden de las sobras o almacenen la comida de forma inadecuada, lo que provocará que se eche a perder.
2. Desperdiciadores intencionales: Estas personas tiran deliberadamente los alimentos comestibles, a menudo debido a altos estándares estéticos o preferencias personales. Es posible que descarten los alimentos que estén ligeramente magullados o que hayan pasado su fecha de caducidad, o que simplemente no les guste el sabor o la textura de un alimento en particular.
3. Perdedores habituales: Estas personas han desarrollado hábitos que contribuyen al desperdicio de alimentos, como comprar constantemente más alimentos de los que necesitan, cocinar porciones más grandes de las necesarias o no utilizar las sobras. Es posible que no sean conscientes del impacto de sus acciones o que simplemente no tengan el tiempo o la motivación para cambiar sus hábitos.
Comprender estos diferentes tipos de desperdicio de alimentos puede ayudar a diseñar intervenciones específicas para reducir el desperdicio de alimentos. Por ejemplo, las campañas educativas pueden ser efectivas para reducir el desperdicio no intencional, mientras que los incentivos financieros o los programas de cambio de comportamiento pueden ser más efectivos para abordar el desperdicio intencional y habitual.