1. Sobrecriminalización y extralimitación:
La promulgación de leyes contra el control coercitivo genera preocupación sobre la criminalización excesiva. La definición de control coercitivo puede ser amplia y subjetiva, lo que puede dar lugar a posibles usos o interpretaciones erróneas. Esto puede dar lugar a situaciones en las que se criminaliza a personas por conductas que no necesariamente pueden ser dañinas o coercitivas, lo que podría conducir a la vigilancia y el control de las relaciones ordinarias. Los críticos argumentan que tales leyes podrían invadir las libertades y la privacidad personales, afectando a personas que tal vez no participen en comportamientos abusivos o coercitivos.
2. Dificultad para demostrar el control coercitivo:
El control coercitivo suele caracterizarse por un patrón de comportamiento a lo largo del tiempo y no por un solo incidente. Esto puede dificultar la presentación de pruebas suficientes para demostrar el control coercitivo en un tribunal de justicia, lo que podría generar dificultades para obtener condenas. La carga de la prueba recae en gran medida sobre la víctima o la fiscalía, lo que puede resultar particularmente difícil para las víctimas que pueden estar experimentando miedo, trauma o dependencia del perpetrador.
3. Potencial de represalias por parte de los abusadores:
Los críticos también expresan su preocupación de que penalizar el control coercitivo pueda dar lugar a represalias por parte de socios abusivos. Saber que pueden enfrentar cargos penales podría intensificar el abuso o incitar a los perpetradores a utilizar diferentes tácticas para mantener el control sobre sus víctimas, perpetuando aún más el ciclo de violencia. Además, los abusadores pueden volverse más cautelosos y reservados, lo que dificulta que las víctimas busquen ayuda o reúnan pruebas.
4. Falta de recursos y apoyo:
Abordar eficazmente el control coercitivo requiere un enfoque integral que incluya no sólo la criminalización sino también servicios y recursos de apoyo adecuados para las víctimas. Penalizar simplemente el control coercitivo sin abordar las cuestiones sociales, económicas y estructurales subyacentes que contribuyen a él puede no ser suficiente para prevenir o abordar el problema. Los críticos argumentan que los recursos deberían destinarse a la prevención, la educación, el apoyo a las víctimas y a abordar las causas profundas de la violencia de género en lugar de depender únicamente de las respuestas de la justicia penal.
5. Impacto potencial en casos de derecho de familia y custodia de los hijos:
El control coercitivo puede tener implicaciones en casos de derecho de familia, particularmente aquellos que involucran custodia y visitas de niños. Si bien la criminalización tiene como objetivo proteger a las víctimas, existen preocupaciones sobre la posibilidad de utilizar acusaciones de control coercitivo como táctica para obtener ventaja en las disputas por la custodia. Esto podría generar mayor confusión, conflicto y daño tanto para las víctimas como para los niños involucrados.
Es importante señalar que la criminalización del control coercitivo no es inherentemente dañina y, de hecho, puede servir como una herramienta valiosa para proteger a las víctimas y responsabilizar a los perpetradores. Sin embargo, debe implementarse considerando cuidadosamente sus posibles consecuencias, acompañado de servicios de apoyo integrales y abordado en conjunto con otras medidas preventivas y de apoyo para abordar de manera efectiva la cuestión del control coercitivo y la violencia de género.