A pesar de su naturaleza afectuosa y amigable, las cabras se consideran principalmente ganado y se crían con fines agrícolas, como producir leche, carne o lana. Si bien se les puede entrenar hasta cierto punto y disfrutar de la interacción humana, es posible que no demuestren el mismo nivel de obediencia o conexión emocional que los perros.
Además, las cabras no son adecuadas para vivir en interiores y pueden causar daños a la propiedad o crear inconvenientes debido a sus inclinaciones naturales, como masticar, buscar comida y vocalizar. Requieren condiciones específicas de alojamiento y atención que pueden no ser viables para personas o familias que buscan compañeros en el interior.
En conclusión, si bien las cabras son animales fascinantes y sociables, no poseen las características únicas ni las capacidades de entrenamiento que hacen de los perros el mejor amigo del hombre. El vínculo entre perros y humanos es el resultado de una larga historia de coevolución y cría selectiva, lo que los hace excepcionalmente adecuados para el compañerismo emocional y los diversos roles en la sociedad humana.