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    ¿Por qué las metáforas del espacio nos ayudan a comprender el tiempo?
    Proyecciones espacio-temporales, perspectiva que mueve el ego. Crédito:Creado por Illán Castillo, tomado de Valenzuela &Illán Castillo (2022)

    Las expresiones que vinculan el espacio con el tiempo son una parte común de nuestro día a día. Se podría decir que la mañana "pasó volando" o que los exámenes escolares "se acercan rápidamente". En este momento, se podría decir que el verano está "a la vuelta de la esquina", mientras que cualquiera con un mínimo conocimiento de Juego de Tronos habrá escuchado la frase "el invierno se acerca".



    A diferencia del espacio físico que habitamos, el tiempo no se puede ver ni tocar, aunque estructura cada momento de nuestra vida de vigilia.

    ¿Cómo, entonces, llegaron los humanos a hablar con tanta facilidad sobre un concepto tan abstracto y nebuloso? La clave está en la forma en que proyectamos nuestra comprensión del espacio (las dimensiones tangibles con las que podemos interactuar) para conceptualizar el tiempo.

    Entender el mundo a través de metáforas

    Las exploraciones sobre cómo los humanos conceptualizan el tiempo como espacio están estrechamente ligadas al estudio del lenguaje y la cognición. La teoría de la metáfora conceptual, desarrollada por George Lakoff y Mark Johnson, propone que nuestra concepción del mundo se rige por metáforas, muchas de ellas ancladas en las tres dimensiones del espacio físico.

    Las metáforas desempeñan un papel esencial en el razonamiento humano, influyendo en la forma en que hablamos y comprendemos las ideas abstractas. Utilizamos nuestra conciencia del espacio y el movimiento como un dominio en el que podemos comprender mejor conceptos más complejos como el tiempo.

    Por lo tanto, cuando decimos que una reunión está "avanzando", visualizamos el tiempo como un elemento que se mueve, y en el que nos movemos, reflejando nuestra tendencia a interpretar ideas abstractas a través de la experiencia física.

    Diferentes culturas, diferentes interpretaciones del tiempo

    La idea de la relatividad lingüística, propuesta originalmente por Benjamin Whorf y Edward Sapir, sugiere que el idioma que hablamos determina cómo interpretamos el mundo que nos rodea.

    Los estudios han demostrado que no todas las diferentes culturas e idiomas perciben el tiempo de la misma manera. En inglés, por ejemplo, hablamos de eventos futuros como si estuvieran frente a nosotros (se podría decir que "tenemos un futuro brillante por delante"), mientras que el pasado está, como dice la expresión popular, detrás de nosotros.

    Sin embargo, los aymaras, un pueblo indígena de América del Sur, ven las cosas al revés. Colocan el pasado delante, porque ya se ve y por tanto se conoce, mientras que el futuro queda atrás, porque no se puede ver y aún está por conocer.

    En otros idiomas, como el chino mandarín, el tiempo se visualiza como un eje vertical:los acontecimientos del pasado están "arriba" mientras que los acontecimientos del pasado están "debajo". Por lo tanto, "el mes pasado" (上个月–) se traduce literalmente como "el mes anterior".

    En muchas culturas occidentales, donde el texto va de izquierda a derecha, existe una tendencia natural a asociar el movimiento hacia la izquierda con el pasado y el movimiento hacia la derecha con el futuro. Esto no sólo se refleja en el papel (al dibujar líneas de tiempo históricas, por ejemplo), sino también en los gestos que hacemos cuando hablamos de acontecimientos pasados ​​o futuros:los hablantes de lenguas leídas de izquierda a derecha tienden a gesticular hacia la izquierda cuando hablamos del pasado. , y hacia la derecha cuando se habla del futuro.

    Sin embargo, esto está lejos de ser universal. En culturas que escriben de derecha a izquierda, como en árabe o hebreo, estos gestos a menudo se invierten:mientras que un hablante de español o inglés haría un gesto hacia la izquierda para hablar sobre el pasado, un hablante de árabe o hebreo señalaría hacia la derecha.

    Dos perspectivas sobre la navegación en el tiempo

    Las metáforas del tiempo se pueden dividir en "ego en movimiento" y "tiempo en movimiento", y esta distinción ilustra las diferentes formas de percibir la relación entre el espacio y el tiempo. En las metáforas del "ego en movimiento", una persona se mueve hacia un punto fijo en el tiempo, por ejemplo, "nos acercamos al verano". En las metáforas del "tiempo en movimiento", el tiempo se mueve hacia el individuo:"El verano ya casi está aquí".

    Hay una serie de factores que influyen en que utilicemos un tipo de metáfora u otro. Estos incluyen la estructura del lenguaje, las perspectivas culturales hacia una acción o destino e incluso el estado emocional de una persona. Por ejemplo, en situaciones positivas, o cuando los hablantes se sienten en control, pueden preferir metáforas de "movimiento del ego" ("Nos acercamos a las vacaciones"). Cuando alguien siente que tiene menos control, o si el futuro parece imponerse sobre el presente, pueden predominar las metáforas del "tiempo en movimiento" ("Se acercan los exámenes").

    Tiempo en movimiento

    Al analizar la comprensión espacial del tiempo destaca un fenómeno lingüístico especialmente interesante:los verbos de movimiento para describir el paso del tiempo. Verbos como "progresar", "acercarse" o incluso "pasar" son ejemplos comunes.

    El uso de verbos particulares para describir el paso del tiempo puede reflejar nuestra percepción subjetiva del mismo. Por ejemplo, cuando decimos "el tiempo vuela", sabemos que se refiere a una situación agradable. Los momentos felices a menudo parecen fugaces, por eso el verbo "volar" representa una experiencia de alegría o diversión.

    Por el contrario, cuando estamos aburridos o esperando algo, podríamos decir que el tiempo "se arrastra" para expresar tedio y lentitud. En una lección, por ejemplo, un estudiante puede sentir que el tiempo "vuela" o "se arrastra", dependiendo de su interés en el tema o de lo bien que se esté enseñando.

    Esto demuestra cómo nuestras emociones influyen tanto en nuestra percepción del tiempo como en la forma en que el lenguaje puede expresar nuestras propias experiencias subjetivas del mismo.

    Nuestra elección de verbos no sólo comunica un hecho objetivo, sino también nuestro estado emocional y psicológico:si un evento es "largo" o "corto" depende de cómo nos sentimos al respecto. Esto demuestra la naturaleza interconectada de la cognición, la emoción y el lenguaje en nuestra percepción del paso del tiempo.

    Estas metáforas y sus usos ofrecen una ventana fascinante a la cognición humana. Revelan cómo el lenguaje y el pensamiento se relacionan entre sí para dar sentido a la experiencia temporal. Reconocer y analizar estas diferencias nos permite apreciar la riqueza y diversidad del pensamiento humano. También nos proporciona herramientas para explorar cómo diferentes culturas e idiomas abordan uno de los conceptos más abstractos, pero universales, de la humanidad.

    Proporcionado por The Conversation

    Este artículo se vuelve a publicar desde The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.




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