1. Disponibilidad de agua: Este es el factor más crítico. Los ecosistemas del desierto se caracterizan por una lluvia extremadamente baja, lo que hace que la escasez de agua sea el desafío definitorio. Las comunidades vegetales y animales han evolucionado adaptaciones para sobrevivir con agua mínima, como raíces profundas, mecanismos de almacenamiento de agua, actividad nocturna y dietas especializadas.
2. Temperatura: Los desiertos experimentan fluctuaciones de temperatura extremas, tanto diariamente como estacionalmente. Las altas temperaturas diurnas pueden alcanzar los niveles de abrasador, mientras que las temperaturas nocturnas pueden disminuir significativamente. Los organismos deben adaptarse a estos extremos, a menudo al estar activos durante los períodos más fríos o desarrollar mecanismos resistentes al calor.
3. Tipo de suelo y disponibilidad de nutrientes: Los suelos desérticos a menudo son arenosos, rocosos y pobres en nutrientes. La falta de materia orgánica y la mala retención de agua dificulta que las plantas prosperen. En consecuencia, las comunidades vegetales se limitan a especies que pueden tolerar estas condiciones, y los animales que habitan el ecosistema dependen de estas plantas especializadas para alimentos y refugios.
Estos tres factores interactúan de formas complejas para dar forma a las comunidades únicas y diversas que se encuentran en los ecosistemas del desierto.