* Diversidad de especies: Los campos de trigo generalmente tienen una biodiversidad muy baja. Están diseñados para favorecer una sola especie (trigo) y suprimir otras plantas y animales. Esto contrasta con los ecosistemas naturales, que se caracterizan por una amplia variedad de organismos que interactúan entre sí.
* Ciclos de nutrientes: Los campos de trigo a menudo se fertilizan fuertemente con fertilizantes sintéticos y requieren riego, interrumpiendo los ciclos de nutrientes naturales. Esto significa que el campo no es autosuficiente en términos de sus necesidades de nutrientes.
* Gestión humana: Los campos de trigo requieren una intervención humana constante para tareas como la plantación, la cosecha, la hierba, el control de plagas y la fertilización. Esta gestión constante los distingue de los ecosistemas naturales, que evolucionan y funcionan sin control humano directo.
* Manipulación genética: Las variedades de trigo cultivadas en los campos a menudo se modifican genéticamente para mejorar el rendimiento, la resistencia a las enfermedades u otros rasgos. Esto nuevamente resalta la influencia y el control humano sobre el ecosistema.
En resumen, un campo de trigo no es un ecosistema autosuficiente, naturalmente evolucionado. Es un sistema muy formado y mantenido por los humanos para producir un cultivo específico.