Los seres humanos tienen un impacto significativo en el medio ambiente y en todas las especies que lo componen. Este impacto puede ser directo, como por ejemplo a través de la caza o la destrucción del hábitat, o indirecto, como por ejemplo a través del cambio climático o la contaminación. Algunas especies son más vulnerables al impacto humano que otras, dependiendo de su biología, comportamiento y hábitat.
Por ejemplo, los animales grandes y lentos, como los elefantes y los rinocerontes, son más vulnerables a la caza que los animales más pequeños y rápidos, como los ratones y los conejos. Los animales que viven en hábitats especializados, como arrecifes de coral o selvas tropicales, son más vulnerables a la destrucción de su hábitat que los animales que viven en hábitats más generalistas, como pastizales o desiertos. Y los animales que dependen de una única fuente de alimento, como los pandas, son más vulnerables a los cambios en su entorno que los animales que tienen una dieta más variada.
El impacto humano es una grave amenaza para la biodiversidad y es importante tomar medidas para mitigar nuestro impacto en el medio ambiente a fin de proteger todas las especies.