1. Competencia con especies autóctonas: Las especies introducidas pueden competir con las especies nativas por recursos como alimento, agua y hábitat, lo que lleva a una disminución de la población o incluso a la extinción en casos extremos.
2. Depredación: Las especies introducidas pueden aprovecharse de especies nativas sin tener depredadores naturales en el nuevo ecosistema, lo que lleva a una disminución o extinción de la población.
3. Transmisión de enfermedades: Las especies introducidas pueden ser portadoras de enfermedades o parásitos que pueden propagarse a las especies nativas, lo que a veces resulta en una disminución devastadora de la población.
4. Alteración de la estructura y función del ecosistema: Las especies introducidas pueden cambiar las propiedades físicas y químicas del medio ambiente, haciéndolo menos adecuado para las especies nativas y reduciendo la biodiversidad general.
5. Impactos económicos: Las especies introducidas pueden causar pérdidas económicas, por ejemplo, al destruir cultivos, competir con la pesca comercial o transmitir enfermedades al ganado.
Los efectos de las especies introducidas en los ecosistemas pueden variar mucho dependiendo de factores como las características específicas de las especies introducidas, la naturaleza del ecosistema receptor y el grado de intervención humana. Es importante evaluar cuidadosamente los riesgos y beneficios potenciales de introducir nuevas especies e implementar estrategias de gestión para minimizar los posibles impactos negativos.