Las marismas, ecosistemas que a menudo se pasan por alto, desempeñan un papel fundamental en la defensa costera. Sirven como amortiguadores de la naturaleza, mitigando el impacto de olas poderosas y reduciendo el riesgo de inundaciones en áreas cercanas. Durante los fenómenos meteorológicos extremos, las marismas absorben el exceso de agua como esponjas gigantes, evitando que inunde las comunidades costeras vulnerables.
Por ejemplo, en 2012, el huracán Sandy causó estragos en la costa este de Estados Unidos, causando miles de millones de dólares en daños y cobrándose la vida de cientos de personas. Posteriormente, los investigadores examinaron el impacto de las marismas y descubrieron que las zonas costeras con marismas bien conservadas experimentaron daños por inundaciones significativamente menores en comparación con aquellas que no las tenían.
Lamentablemente, las actividades humanas, como el desarrollo costero y la recuperación de tierras, han invadido y degradado las marismas. Al reconocer su valor como barreras naturales contra las inundaciones, existe un movimiento creciente para restaurar y proteger estos ecosistemas cruciales.
Al salvaguardar y restaurar las marismas, podemos ayudar a mitigar los impactos de futuras inundaciones, reduciendo tanto los daños a la propiedad como el riesgo para la vida humana. A medida que nos enfrentamos a fenómenos meteorológicos cada vez más extremos debido al cambio climático, las marismas emergen como nuestros aliados en la lucha contra las inundaciones catastróficas.