El estudio, publicado en la revista "Current Biology", exploró cómo las moscas de la fruta integran información sensorial para localizar una fuente de alimento. Los investigadores idearon una configuración experimental en la que se entrenó a moscas para que asociaran una señal visual específica con una recompensa alimentaria. Contrariamente a lo esperado, las moscas no respondían simplemente a la señal visual únicamente. En cambio, también tuvieron en cuenta el contexto espacial del entorno y utilizaron múltiples señales sensoriales para identificar la ubicación de los alimentos.
Cuando los investigadores cambiaron la posición de la fuente de alimento mientras mantenían la señal visual, las moscas pudieron adaptarse rápidamente, demostrando una comprensión de que la ubicación del alimento no era fija en relación con la señal visual, sino que había cambiado en el contexto espacial general. Esta flexibilidad sugiere que las moscas de la fruta poseen un mapa cognitivo que les permite integrar e interpretar diversos estímulos sensoriales para navegar en su entorno.
Además, el estudio encontró que la capacidad de las moscas para navegar utilizando señales espaciales dependía de un grupo específico de neuronas en el cerebro llamado complejo central, que se sabe que desempeña un papel crucial en la memoria espacial y la navegación de los insectos. La inactivación de estas neuronas afectó la capacidad de las moscas para aprender y adaptarse a los cambios en la ubicación de los alimentos, lo que corrobora aún más la importancia del complejo central en la cognición espacial.
Estos hallazgos amplían nuestra comprensión de las capacidades de navegación de organismos relativamente simples como las moscas de la fruta y proporcionan información sobre los orígenes evolutivos de la cognición espacial. El estudio sugiere que los circuitos neuronales subyacentes a la cognición espacial pueden estar más conservados entre especies de lo que se pensaba anteriormente, destacando la potencial universalidad de ciertos mecanismos cognitivos en todo el reino animal. Si bien es posible que las moscas de la fruta no utilicen razonamientos o lenguajes complejos, su capacidad para interpretar información sensorial y navegar en su entorno demuestra un nivel de sofisticación cognitiva que subraya las complejidades del comportamiento natural, incluso en criaturas diminutas.