En el estudio, a los participantes se les dio helado en un tazón pesado o liviano. Luego se les pidió que calificaran la dulzura, la frialdad y la cremosidad del helado. Los participantes que comieron el helado del tazón pesado lo calificaron como más dulce, frío y cremoso que los participantes que comieron el helado del tazón liviano.
Esto sugiere que el peso del recipiente puede influir en nuestra percepción de la comida o bebida que contiene. Un recipiente más pesado puede hacernos sentir como si estuviéramos comiendo o bebiendo algo más sustancioso, lo que a su vez puede afectar nuestra percepción de su sabor.
Otros estudios también han encontrado que la forma, el tamaño y el color de un recipiente pueden afectar el sabor de la comida o bebida que contiene. Por ejemplo, un estudio realizado por los investigadores de la Universidad de Cornell Brian Wansink y Aner Tal encontró que las personas comían más sopa cuando se servía en un tazón ancho que cuando se servía en un tazón estrecho. Esto sugiere que la forma de un recipiente puede influir en nuestra percepción de la cantidad de comida o bebida que consumimos, lo que a su vez puede afectar nuestra percepción de su sabor.
Por lo tanto, la próxima vez que coma o beba algo, preste atención al recipiente en el que viene. La forma en que se siente, se ve e incluso suena puede influir en su sabor.