Los investigadores descubrieron que las aves que vivían en áreas con altos niveles de desarrollo humano tendían a volar distancias más cortas y a pasar más tiempo posadas en árboles o edificios. Esto sugiere que las estructuras hechas por el hombre pueden actuar como barreras al movimiento de las aves. El estudio también encontró que las poblaciones de aves en áreas con altos niveles de desarrollo humano eran menos diversas y tenían números generales más bajos.
Los investigadores creen que estos hallazgos se deben a una combinación de factores, incluida la pérdida de hábitat, la contaminación acústica y la contaminación lumínica. La pérdida de hábitat es el factor más obvio, ya que reduce directamente la cantidad de espacio disponible para que las aves vivan y aniden. La contaminación acústica puede interrumpir la comunicación de las aves e interferir con su capacidad para cazar y buscar alimento. La contaminación lumínica también puede alterar los patrones de sueño de las aves y su capacidad de navegación.
Los hallazgos del estudio tienen implicaciones importantes para la conservación de las aves. Los investigadores recomiendan que los planificadores y formuladores de políticas tengan en cuenta los impactos potenciales del desarrollo humano en las aves al tomar decisiones sobre el uso y el desarrollo de la tierra. También alientan a las personas a reducir su impacto sobre las aves creando hábitats amigables para las aves en sus hogares y jardines y apoyando a las organizaciones conservacionistas.