Si bien hemos evolucionado a partir de ancestros arbóreos (que habitan en los árboles), nuestra evolución ha tomado un camino diferente en los últimos millones de años. Los humanos nos hemos adaptado a un estilo de vida terrestre (que habita en el suelo) y hemos desarrollado el bipedalismo (caminar sobre dos piernas), capacidades cognitivas mejoradas y varias otras adaptaciones que nos han permitido ocupar diversos entornos.
No existe ninguna base científica que respalde la idea de que los humanos estén volviendo a un estilo de vida arbóreo. No hemos desarrollado ninguna adaptación significativa recientemente que indique tal cambio. Nuestra especie, Homo sapiens, ha persistido durante aproximadamente 200.000 años y ha experimentado cambios evolutivos sutiles relacionados con nuestra apariencia física, sistema inmunológico y rasgos culturales, pero estos no sugieren un regreso a la vida arbórea.
La evolución humana es un proceso continuo, pero es gradual y está influenciado por varios factores como la selección natural, las presiones ambientales y las mutaciones genéticas. No hay evidencia que indique una reversión de nuestra trayectoria evolutiva o una regresión a un estado ancestral anterior.