Los colibríes poseen una capacidad excepcional para percibir una amplia gama de colores, incluidos tonos que están más allá del espectro visible para los humanos. Su percepción del color se atribuye a la estructura única de sus ojos y a la presencia de células fotorreceptoras especializadas llamadas conos.
Los colibríes tienen cuatro tipos de conos, mientras que los humanos suelen tener tres. Este tipo de célula cónica adicional les permite detectar la luz ultravioleta (UV), que es invisible para los humanos. Como resultado, los colibríes pueden ver colores que nos parecen apagados o invisibles, como las marcas sutiles en las flores que los guían hacia las fuentes de néctar.
Además de la luz ultravioleta, los colibríes también pueden percibir una gama más amplia de colores en el espectro visible. Su visión abarca no sólo los colores primarios (rojo, verde y azul), sino también varios tonos, tintes y combinaciones que quizás no distinguimos con tanta claridad.
Esta excepcional percepción del color juega un papel vital en la supervivencia y reproducción de los colibríes. Les permite identificar y seleccionar las flores que ofrecen mayor néctar, ayudando en su consumo eficiente de energía. Además, los colores vibrantes de las flores y las plumas sirven como señales visuales para atraer parejas y defender territorios.
La extraordinaria percepción del color de los colibríes resalta la complejidad y diversidad del mundo natural. Demuestra las notables adaptaciones que han evolucionado para explotar diferentes aspectos del espectro electromagnético, permitiendo a los animales percibir e interactuar con su entorno de formas que sólo podemos imaginar.