En filosofía de la mente, este desafío suele denominarse el "problema difícil" de la conciencia, que se refiere a la dificultad de explicar cómo los procesos físicos en el cerebro dan lugar al rico y subjetivo mundo interior de la experiencia consciente. Algunos filósofos sostienen que esta brecha entre los procesos físicos objetivos y las experiencias subjetivas puede reflejar limitaciones inherentes a las teorías científicas que se basan únicamente en paradigmas mecanicistas o materialistas.
A pesar de los numerosos avances en neurociencia, todavía nos falta una explicación científica integral de por qué y cómo patrones específicos de actividad neuronal en el cerebro generan experiencias conscientes, como la sensación de color, el sabor de la comida o emociones como la alegría y la tristeza. Estos aspectos cualitativos subjetivos de la conciencia plantean un desafío único para los métodos científicos que tradicionalmente se centran en mediciones objetivas y cuantificables.
Algunos científicos y filósofos proponen enfoques alternativos o complementarios para estudiar la conciencia, como explorar el papel de la mecánica cuántica, la teoría de la información y la cognición incorporada en la comprensión de la experiencia consciente. Además, los esfuerzos interdisciplinarios que combinan conocimientos de la filosofía, la psicología, la neurociencia y otros campos pueden ofrecer nuevas perspectivas para abordar el misterio de la conciencia.
De todos modos, la complejidad inherente y la naturaleza multifacética de la conciencia sugieren que puede ser difícil lograr una comprensión científica integral utilizando un enfoque disciplinario único. Es posible que nuestros marcos científicos actuales requieran una expansión o el desarrollo de nuevos paradigmas teóricos para abarcar toda la naturaleza de la conciencia, cerrando la brecha entre la experiencia subjetiva y las explicaciones científicas objetivas.