Una figura clave en este esfuerzo fue el coronel Donald J. Belcher, geólogo y experto en humedales. Belcher había realizado anteriormente investigaciones en los humedales de la costa del Golfo y estaba familiarizado con los desafíos de operar en dichos entornos. Fue reclutado por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE. UU. para brindar experiencia en la planificación de los desembarcos del Día D.
Belcher y su equipo llevaron a cabo extensos estudios de la costa de Normandía, mapeando los diferentes tipos de humedales y evaluando su impacto potencial en las operaciones militares. Identificaron varias áreas donde el terreno era particularmente desafiante y trabajaron para desarrollar estrategias para minimizar los riesgos de que vehículos y tropas quedaran atascados.
Una de las estrategias clave desarrolladas por el equipo de Belcher fue el uso de tapetes especiales. Estas alfombras estaban hechas de una variedad de materiales, incluidos acero, madera y fibras sintéticas, y fueron diseñadas para proporcionar una superficie estable para que los vehículos cruzaran. Las esteras se colocaron en zonas donde el terreno era especialmente blando y embarrado y ayudaron a evitar que los vehículos se hundieran.
Otra estrategia empleada por el equipo de Belcher fue el uso de vehículos anfibios. Estos vehículos fueron diseñados especialmente para poder operar tanto en tierra como en agua, y fueron esenciales para el transporte de tropas y suministros a través de los humedales.
Gracias a la experiencia de científicos de humedales como el coronel Belcher, las fuerzas aliadas pudieron superar con éxito los desafíos que planteaban los humedales de Normandía y lograr los desembarcos del Día D. El uso de tapetes especiales y vehículos anfibios, junto con una cuidadosa planificación y preparación, ayudaron a asegurar el éxito de esta operación crítica y contribuyeron a la victoria final en la Segunda Guerra Mundial.