Cambios en las comunidades microbianas del suelo: Los cambios de temperatura y precipitación pueden alterar la composición y actividad de las comunidades microbianas del suelo, que desempeñan un papel crucial en el ciclo de nutrientes y la descomposición de la materia orgánica. Los cambios en estas comunidades podrían afectar la salud y la fertilidad del suelo.
Aumento de la erosión del suelo: Las precipitaciones más intensas y los cambios en la cubierta vegetal pueden acelerar la erosión del suelo, especialmente en terrenos inclinados. Esto puede provocar la pérdida de valiosa capa superficial del suelo, nutrientes y materia orgánica.
Cambios en la materia orgánica del suelo: El aumento de las temperaturas y los patrones alterados de crecimiento de las plantas pueden afectar los aportes de materia orgánica al suelo. Además, los cambios en la actividad microbiana pueden influir en la velocidad de descomposición de la materia orgánica. Estos factores combinados podrían provocar cambios en el contenido de materia orgánica del suelo, lo que tiene implicaciones para la fertilidad del suelo y el almacenamiento de carbono.
Salinización: En las zonas costeras, el aumento del nivel del mar y las marejadas ciclónicas pueden provocar la intrusión de agua salada en ambientes de agua dulce, lo que resulta en la salinización del suelo. Esto puede dañar las plantas sensibles a la sal y reducir la fertilidad del suelo.
Degradación del permafrost: En las regiones frías, el aumento de las temperaturas puede descongelar el permafrost, liberando grandes cantidades de materia orgánica al suelo. Esto puede alterar las propiedades físicas y químicas del suelo y liberar gases de efecto invernadero como metano y dióxido de carbono.
Al comprender estas posibles respuestas, los científicos y administradores de tierras pueden desarrollar estrategias para mitigar los impactos negativos y mejorar la resiliencia del suelo frente al cambio climático.