Adaptaciones de la retina: El arenque tiene una retina especializada que está adaptada para funcionar tanto en condiciones de poca como de mucha luz. La retina contiene una alta densidad de bastones, que son sensibles a niveles bajos de luz y ayudan al arenque a ver en aguas oscuras o turbias. Además, el arenque tiene una capa de células llamada tapetum lucidum detrás de la retina. El tapetum lucidum refleja la luz de regreso al ojo, aumentando la cantidad de luz disponible para los fotorreceptores y mejorando aún más la visión del arenque en condiciones de poca luz.
Dilatación de la pupila: La pupila del arenque puede dilatarse o contraerse para ajustar la cantidad de luz que ingresa al ojo. En condiciones de luz brillante, la pupila se contrae para reducir la cantidad de luz que ingresa al ojo y evitar la sobreexposición. En condiciones de poca luz, la pupila se dilata para permitir que entre más luz al ojo y mejorar la visibilidad.
Visión del color: El arenque tiene visión de los colores, lo que le permite distinguir entre diferentes colores de luz. Se trata de una adaptación importante para encontrar alimento y evitar a los depredadores en el complejo entorno submarino del Mar Báltico.
Adaptaciones de comportamiento: Además de sus adaptaciones fisiológicas, el arenque también exhibe adaptaciones de comportamiento que le ayudan a afrontar el entorno de luz variable. Por ejemplo, el arenque tiende a permanecer en aguas más profundas durante el día cuando la luz es más brillante y a trasladarse a aguas menos profundas durante la noche cuando la luz es más tenue. Este comportamiento ayuda a reducir el riesgo de depredación y permite que el arenque encuentre alimento de forma más eficaz.
En general, la capacidad del arenque para adaptarse al entorno luminoso del Mar Báltico es un testimonio de su resistencia evolutiva y su éxito como especie.