La capa repelente al agua formada por el humo frío de los incendios forestales puede persistir durante varios años. Esto puede dificultar el restablecimiento de la vegetación después de un incendio y también puede provocar un aumento de escorrentías e inundaciones.
Además, el humo frío de los incendios forestales también puede contener contaminantes nocivos, como partículas, monóxido de carbono y dióxido de nitrógeno. Estos contaminantes pueden tener efectos negativos en la salud humana, incluidos problemas respiratorios, enfermedades cardíacas y cáncer.
A continuación se muestran algunos ejemplos específicos de cómo el humo frío de los incendios forestales puede contribuir a que los suelos repelan el agua en áreas quemadas:
* En 2017, los incendios forestales quemaron más de 10 millones de acres en el oeste de Estados Unidos. El humo de estos incendios produjo una capa repelente al agua en el suelo en muchas zonas, lo que provocó inundaciones y erosión.
* En 2018, los incendios forestales quemaron más de 2 millones de acres en California. El humo de estos incendios produjo una capa repelente al agua en el suelo en muchas zonas, lo que provocó inundaciones y deslizamientos de tierra.
* En 2019, los incendios forestales quemaron más de 4 millones de acres en Australia. El humo de estos incendios produjo una capa repelente al agua en el suelo en muchas zonas, lo que provocó inundaciones y erosión.
Estos son sólo algunos ejemplos de cómo el humo frío de los incendios forestales puede contribuir a que los suelos repelen el agua en las zonas quemadas. Este es un problema grave que puede tener un impacto negativo en la salud humana y el medio ambiente.