Muchas especies de aves migran hacia el sur, hacia climas más cálidos, durante los meses más fríos del invierno. Sin embargo, los cuervos normalmente no migran; se han adaptado lo suficientemente bien para sobrevivir en ambientes más fríos. En lugar de migrar, los cuervos pueden adaptar su comportamiento y fisiología para sobrevivir a las duras condiciones invernales. Por ejemplo, pueden reunirse en grupos más grandes para descansar y retener el calor corporal y buscar fuentes de alimento con más diligencia para reponer las reservas de energía. Además, su dieta omnívora les permite consumir diferentes fuentes de alimentos disponibles durante el invierno, como bayas, carroña y semillas.