Hay varias razones por las que los espacios liminales resultan tan inquietantes y al mismo tiempo familiares.
1. Desconocimiento: Los espacios liminales a menudo resultan desconocidos porque existen fuera de nuestras rutinas y experiencias cotidianas. Pueden alterar nuestra sensación de familiaridad y seguridad y crear una sensación de desorientación.
2. Ambigüedad: Los espacios liminales suelen ser ambiguos y poco claros, lo que puede aumentar la sensación de malestar. Es posible que no tengan un propósito o función claro y pueden hacernos sentir inseguros sobre qué hacer o cómo proceder.
3. Sentido de transición: Los espacios liminales a menudo se asocian con transiciones o cambios, que pueden evocar una variedad de emociones, como excitación, ansiedad o nostalgia. Estas emociones pueden contribuir a la sensación inquietante pero familiar de estos espacios.
4. Sentidos agudizados: Cuando entramos en un espacio liminal, nuestros sentidos pueden intensificarse, ya que estamos más alerta a posibles peligros o cambios en nuestro entorno. Esta mayor sensibilidad puede contribuir aún más a la sensación de malestar y desconocimiento.
5. Experiencias colectivas: Muchas personas experimentan colectivamente algunos espacios liminales, como aeropuertos u hospitales, lo que crea una sensación compartida de familiaridad. Esta experiencia colectiva puede hacer que estos espacios se sientan inquietantes y familiares al mismo tiempo.
6. Asociación con recuerdos o emociones: Los espacios liminales a veces pueden desencadenar recuerdos o emociones asociadas con experiencias pasadas, haciéndolas sentir nostálgicas e inquietantes. Estas conexiones emocionales pueden contribuir aún más a los sentimientos complejos y únicos asociados con estos espacios.
En general, la sensación inquietante pero familiar de los espacios liminales surge de su naturaleza transicional y ambigua, la interrupción de nuestras rutinas y las respuestas emocionales y psicológicas que evocan en nuestro interior.