Los desastres por sequía en el sur de África se atribuyen principalmente a la falta de preparación, una respuesta y mitigación inadecuadas y medidas deficientes de reducción de riesgos. Con poca o ninguna preparación para los desastres provocados por la sequía, como la pérdida de la cosecha de maíz, el alimento básico, la única opción después de que se produzca el desastre es retrasar las acciones de ayuda.
Debido al cambio climático, los impactos inducidos por El Niño en el sur de África (períodos secos, lluvias escasas y erráticas, temperaturas elevadas e inundaciones) se están volviendo más intensos y prolongados. Estos están bien estudiados y pueden mitigarse tomando medidas proactivas.
Las crisis que se avecinan son reales y requieren una intervención inmediata. Pero los gobiernos del sur de África a menudo sólo actúan cuando se desarrollan los acontecimientos. Se centran en la recuperación reactiva después de un desastre, a menudo respaldada por la comunidad internacional. Esta es la razón por la que las comunidades empobrecidas de la región están expuestas repetidamente a desastres naturales.
La actual fase de El Niño, que ha provocado sequía en la región, se anunció a finales de 2022. Desde el principio, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica predijo que sería un fuerte El Niño con probables impactos en la producción de alimentos, el agua Escasez y salud pública. África austral depende en gran medida de la agricultura para obtener alimentos y medios de vida, lo que la hace muy vulnerable a El Niño. Los expertos en clima instaron a la región a estar preparada.
Como profesor de cambio climático, sistemas alimentarios y salud, creo que los impactos de no estar preparados para desastres como los causados por El Niño serán graves para los niños, las mujeres, los ancianos y otros grupos vulnerables. Las investigaciones también han demostrado que la exposición repetida a desastres por parte de las mismas comunidades vulnerables las expone a problemas de salud mental, como la depresión.
La región está mal preparada porque los gobiernos no invierten lo suficiente en el monitoreo del clima y carecen de estrategias integrales para prepararse para los desastres. Las políticas gubernamentales en materia de desastres suelen ser incoherentes y la información no se comunica. Es necesario tener más claro quién hace qué y coordinar mejor los preparativos para los desastres.
En los países del sur de África, la capacidad de adaptación es baja y los niveles de vulnerabilidad son altos. La baja capacidad de adaptación se refiere a la capacidad de las personas o de un sistema para hacer frente y adaptarse a cambios como los causados por el cambio climático. La pobreza y la desigualdad, una característica de la región, dejan a las personas menos capaces de hacer frente a los impactos del cambio climático y más vulnerables a los daños.
En toda la región, el número de estaciones meteorológicas viene disminuyendo desde hace más de 24 años. Cuando existen, tienden a ser viejos y obsoletos, lo que reduce la capacidad de la región para monitorear los cambios climáticos. Esto significa que faltan datos en tiempo real y a largo plazo para desarrollar sistemas de alerta temprana y capacidad de acción temprana, lo que a su vez significa que los gobiernos del sur de África reaccionan ante los desastres, como las inundaciones repentinas, sólo después de que ocurren.
Hay otros problemas tambien. Las limitadas estrategias proactivas de reducción del riesgo de desastres y la falta de inversión de los gobiernos en estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático significan que los países del sur de África tienen menos resiliencia contra los desastres naturales.
La incoherencia de las políticas es otro problema. Las políticas destinadas a lograr objetivos similares se desarrollan de forma aislada unas de otras, con objetivos divergentes y planes de acción que no se implementan bien. Por ejemplo, alrededor del 54% de las estaciones meteorológicas de superficie en África están desactualizadas y no pueden capturar datos meteorológicos precisos.
Finalmente, los países carecen de formas apropiadas para comunicar con suficiente antelación a la gente que se avecinan inundaciones o sequías. Por ejemplo, la información suele comunicarse a través de las redes sociales, a las que la mayoría de la gente de las zonas rurales es inaccesible. La falta de capacidades de respuesta efectiva agrava esto, ya que los funcionarios de gestión de desastres carecen del equipo y de personas capacitadas para ayudar a las comunidades afectadas a afrontar una emergencia o un desastre.
La realidad del cambio climático es que la frecuencia y la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos están aumentando. Dada esta realidad, ¿qué pueden hacer los países para desarrollar la preparación, la anticipación, la alerta temprana y la acción de manera que no siempre estén "despreparados"?
El Niño afecta el suministro de agua, alimentos y energía. Puede provocar desastres sanitarios y medioambientales. Por lo tanto, se necesita una mayor coordinación y colaboración entre los sectores del agua, la energía, la alimentación, el medio ambiente y la salud y entre los gobiernos. El sur de África necesita estrategias integradas de respuesta proactiva a desastres y planes de implementación que definan las acciones a tomar, por quién y cuándo.
Los planes deben dejar claro quién tiene la responsabilidad de coordinar las respuestas a los desastres. Los sectores del agua, la energía, la alimentación, el medio ambiente y la salud deben trabajar juntos para elaborar planes y decisiones conjuntos para gestionar el riesgo de desastres.
Se necesitan sistemas de alerta temprana para todos. Estos incluyen enviar información efectiva sobre los cambios climáticos a todos los involucrados; respuesta proactiva ante desastres; y planes de gestión de desastres desde el nivel de los agricultores hasta el nivel nacional. Esto también incluye brindar asesoramiento agrícola a los agricultores para que puedan tomar medidas tempranas.
Para lograrlo, los gobiernos y el sector privado deben priorizar la acción climática en los planes de desarrollo. Juntos, necesitarán asignar fondos suficientes para permitir que las oficinas meteorológicas monitoreen, predigan desastres y emitan alertas tempranas. Además, se necesita equipo y desarrollo de capacidades para mejorar las habilidades de las personas involucradas en la gestión de desastres, incluidos los trabajadores de extensión, para que puedan recibir alertas, traducirlas y ayudar a las comunidades afectadas a gestionar los desastres.
Proporcionado por The Conversation
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