Después de romper el ayuno del Ramadán frente a una mezquita en Malasia, la gente arroja las sobras a una máquina que convierte los restos de comida en fertilizante orgánico para los cultivos.
La modesta iniciativa gubernamental en el estado central de Pahang tiene como objetivo reducir el desperdicio, especialmente durante el mes sagrado musulmán, cuando diariamente se desechan enormes cantidades de alimentos.
La máquina móvil se ha desplegado en un parque en el corazón de la capital del estado, Kuantan, durante el Ramadán, donde muchas familias se reúnen todas las noches para darse un festín con platos locales baratos después de un día de ayuno.
Procesa 25 kilogramos (55 libras) de desechos por día, dijo Sharudin Hamid, director estatal de Solid Waste and Public Cleansing Management Corporation, que inició el proyecto piloto el año pasado.
La cantidad es una pequeña fracción de las más de 13.000 toneladas de alimentos que se envían a los vertederos de todo el país de mayoría musulmana cada día, incluso más durante el Ramadán, pero Sharudin dijo que estaba ayudando a aumentar la conciencia sobre el desperdicio de alimentos.
"El principal objetivo es garantizar que los residuos no acaben en los vertederos", explicó Sharudin a la AFP.
"Esto ha tenido un impacto significativo en nosotros, ya que la gente es cada vez más consciente de la conservación del medio ambiente, especialmente en términos de reducción del desperdicio de alimentos".
Los restos de comida se arrojan a la máquina donde se mezclan lentamente con cáscaras de arroz y aserrín durante 48 horas.
Luego, los desechos de color marrón se empaquetan y se entregan a los agricultores para que los utilicen como fertilizante en sus cultivos.
"Las cosas que crecen a partir de ese fertilizante también pueden convertirse en alimentos, que a su vez pueden convertirse en abono. Así que hay un ciclo natural", dijo Abdul Shukor Mohamad Salleh, de 27 años, mientras compraba delicias locales en un mercado de alimentos de Ramadán en Kuantan, uno de los muchos en todo el país.
En su pequeña parcela cerca de la ciudad, Zulyna Mohamed Nordin, de 53 años, rocía fertilizante líquido orgánico derivado de residuos de alimentos reciclados en sus cultivos de hortalizas, plátanos y piñas.
Recibe 30 kilogramos de fertilizante cada mes y un poco más durante el Ramadán.
"Desde junio del año pasado dejé de utilizar costosos insumos químicos. Esto es natural, orgánico y aumenta la productividad", dijo Zulyna a la AFP.
"Mis verduras de hoja son más grandes y verdes."
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