A medida que la incidencia del cáncer aumenta a nivel mundial, el uso de medicamentos contra el cáncer también está creciendo a un ritmo de aproximadamente el 10 por ciento por año en los países desarrollados.
Los productos farmacéuticos contribuyen significativamente a la mejora de la salud humana; sin embargo, sus impactos ambientales también se han convertido en una preocupación importante.
Entre las muchas moléculas utilizadas para tratar el cáncer se encuentran los citostáticos.
Según lo definen los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de los Estados Unidos, un cistostático es "una sustancia que retarda o detiene el crecimiento de las células, incluidas las cancerosas, sin matarlas".
Cuando un paciente con cáncer toma estos medicamentos, las sustancias químicas que contienen, incluidos los citostáticos, finalmente se evacuan a través de los desechos sólidos y líquidos del paciente.
Los desechos de los pacientes terminan en el hospital o en el sistema de aguas residuales domésticas, donde las sustancias químicas que contienen no se eliminan por completo en las plantas de tratamiento de aguas residuales al final de la tubería. Estos químicos pueden luego llegar a los ecosistemas acuáticos, e incluso a nuestro suministro de agua potable, en concentraciones variables.
Los medicamentos citostáticos ahora se clasifican como contaminantes de preocupación emergente (CEC) debido a su peligroso impacto ambiental.
El mensaje es claro:este problema sólo empeorará a medida que más personas utilicen medicamentos contra el cáncer.
Los medicamentos citostáticos, si bien son esenciales para los tratamientos contra el cáncer, plantean riesgos importantes para toda la vida, y especialmente para los organismos acuáticos.
La liberación continua de productos farmacéuticos en los ecosistemas acuáticos (incluso en niveles bajos) puede reducir la calidad del agua superficial, poner en peligro la biodiversidad y alterar el funcionamiento de los ecosistemas.
A pesar de algunas iniciativas de investigación, como la de CYTOTHREAT en Europa, faltan los conjuntos de datos de referencia necesarios para informar a los reguladores sobre los riesgos que plantean estos contaminantes emergentes, incluso en Canadá.
Un informe reciente, publicado por el Centro de experiencia en análisis ambiental de Québec (CEAEQ), puso al descubierto los riesgos potenciales asociados con los principales citostáticos registrados en Canadá.
Los riesgos son innumerables, pero una preocupación particular para nuestra investigación es el impacto tóxico que tienen sobre las larvas de peces.
En el informe del CEAEQ se destacaron cinco citostáticos como que plantean un riesgo particular. Estos citostáticos incluyen tamoxifeno (para tratar el cáncer de mama), metotrexato (para tratar el linfoma no Hodgkin), capecitabina (para tratar el cáncer colorrectal) y ciclofosfamida e ifosfamida, que se usan para tratar varios tipos de cáncer.
Nuestro grupo de investigación estudió estos cinco citostáticos y las consecuencias que suponen para la salud de los embriones de peces.
Al principio, no encontramos efectos negativos significativos sobre la mortalidad de los peces, el éxito de la eclosión o la frecuencia cardíaca.
Sin embargo, una mirada más cercana reveló que la ifosfamida tenía un efecto notable sobre el inflado de la vejiga natatoria en los peces. La vejiga natatoria cumple una función fundamental para mantener la flotabilidad en el agua. Sin una vejiga natatoria inflada, los peces no pueden nadar libremente en la columna de agua y es poco probable que sobrevivan.
Se necesitan más análisis moleculares para determinar una relación causal definitiva entre la exposición a citostáticos y los problemas en la inflación de la vejiga natatoria.
En un estudio de seguimiento publicado en abril de 2024, nuestro equipo de investigación descubrió que los químicos citostáticos también afectaban la regulación de la hormona tiroidea en embriones de peces.
La alteración de la función de la hormona tiroidea podría provocar deficiencias en el desarrollo de los peces, incluido el trastorno de la vejiga natatoria que detectamos en nuestro primer estudio. Esto genera preocupación sobre el impacto a largo plazo en la salud de la presencia de citostáticos en los ecosistemas acuáticos.
Las consecuencias podrían ser de gran alcance. Los peces no sólo son un componente vital de las redes alimentarias acuáticas, sino que también sirven como indicadores de la salud general del ecosistema. Cualquier alteración de su desarrollo y supervivencia podría tener efectos en cascada sobre la biodiversidad.
¿Podemos mitigar el impacto de estos productos farmacéuticos en los ambientes acuáticos?
La eliminación adecuada de los medicamentos no utilizados es esencial, al igual que la inversión en tecnologías de tratamiento de aguas residuales que puedan filtrar los citostáticos. Estas acciones también deben estar respaldadas por nuevas regulaciones sólidas para reducir la contaminación farmacéutica. Los medicamentos contra el cáncer son esenciales, por eso debemos aprender a usarlos responsablemente.
Al mismo tiempo, debemos continuar investigando los efectos ambientales de los medicamentos de uso común con el objetivo de comprender su impacto total y desarrollar soluciones específicas.
Los investigadores están estudiando activamente los riesgos para los humanos de los fármacos citostáticos que contaminan nuestra agua potable.
Si bien este es un campo de estudio en desarrollo y aún se desconoce mucho, ya está claro que la exposición prolongada a la ciclofosfamida (un fármaco comúnmente utilizado para tratar una variedad de cánceres) en el agua potable representa un riesgo real para la salud de los niños. P>
No está más allá de lo posible imaginar un ciclo de retroalimentación futuro en el que el mayor uso de citostáticos para el tratamiento del cáncer conduzca a tasas crecientes de cáncer.
Proporcionado por The Conversation
Este artículo se vuelve a publicar desde The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.