Glasgow, sede de la conferencia climática de la ONU COP26, ha experimentado un aumento de la contaminación posterior a la pandemia. Crédito:Ian Dick/Flickr, CC BY-SA 4.0
Al igual que muchas ciudades en todo el mundo, Glasgow, sede de la conferencia climática de la ONU COP26, tiene el objetivo de lograr cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2030. Esta es una tarea enorme para cualquier ciudad. Significa que las emisiones de los hogares, las empresas, los desechos y el transporte deben reducirse o compensarse en la medida de lo posible.
Uno de los mayores desafíos para cualquier ciudad que busque alcanzar el cero neto es saber exactamente de dónde provienen sus emisiones. El dióxido de carbono es el principal tipo de emisión que contribuye al calentamiento global, y la generación y el transporte de electricidad son las principales fuentes de CO₂ en el Reino Unido.
Pero las autoridades municipales no miden el CO₂ de forma rutinaria en tiempo real en ningún lugar del mundo. Las emisiones de carbono generalmente se calculan utilizando datos históricos sobre la cantidad de combustibles fósiles quemados localmente para obtener energía. En el Reino Unido, esos datos solo están disponibles dos años después de que se hayan publicado las emisiones.
Nuestro proyecto piloto en Glasgow, sin embargo, está tratando de demostrar que el monitoreo en tiempo real de CO₂ y otros gases no solo se puede lograr, sino que es algo que todas las ciudades deberían hacer. Después de todo, a nivel mundial, las ciudades son responsables de más del 70 % de las emisiones de CO₂, lo que las convierte en fundamentales en la lucha contra el cambio climático.
Como parte de este proyecto, encabezado por la Universidad de Strathclyde, estamos configurando una red de 25 sensores en toda la ciudad para monitorear el CO₂, así como otros gases como monóxido de carbono, óxido de nitrógeno, dióxido de nitrógeno y ozono que pueden ser muy peligroso para la salud.
Al colocar sensores en una red relativamente densa, donde se ubican a una milla de distancia entre sí, nuestros científicos pueden obtener una imagen muy precisa de los niveles de estos contaminantes en toda la ciudad en un momento dado. Luego, esta información se coteja con los modelos meteorológicos para rastrear con precisión dónde se mueven y acumulan los gases.
El proyecto de Glasgow espera arrojar luz sobre el origen real de las emisiones de la ciudad. Crédito:Alex Liivet/Wikimedia
Calidad del aire
Para los ciudadanos de Glasgow, esta información es vital. Significa que los líderes de la ciudad tienen una idea mucho más clara de qué tipo de acciones pueden conducir a una reducción sostenida de las emisiones.
Por ejemplo, la ciudad introdujo la primera zona de bajas emisiones de Escocia en 2018, que aplica restricciones a los diferentes tipos de tráfico que circulan por las calles. El proyecto del sensor podrá monitorear los cambios en los niveles de dióxido de nitrógeno como resultado de esta política, lo que ayudará a los líderes a comprender qué tan efectivo ha sido en la reducción de la contaminación.
Y esta información también es igualmente útil desde la perspectiva de la calidad del aire. El aire contaminado es una preocupación creciente para los habitantes de las ciudades, debido a sus efectos sobre la salud. Las cifras de Escocia muestran un aumento del 21 % en los cánceres infantiles debido a la contaminación del aire entre 2010 y 2020. Y en 2020, una investigación sobre la muerte en Londres de Ella Adoo-Kissi-Debrah, de nueve años, determinó que la contaminación del aire fue la causa , una novedad en la legislación del Reino Unido.
Dado que los datos recopilados por los sensores del proyecto estarán abiertos y accesibles para todos en línea, los ciudadanos podrán monitorear la calidad del aire que respiran y realizar un seguimiento de las medidas para reducir las emisiones, lo que les brinda la oportunidad de sostener a sus líderes. a la cuenta.
Los sensores para el proyecto de Glasgow están siendo suministrados por un equipo de la Universidad de California en Berkeley, que ha estado operando su propia red de sensores en el área de la Bahía de San Francisco durante los últimos ocho años. Con un costo de alrededor de £ 6,000 cada uno, los sensores son mucho más baratos que las estaciones de monitoreo de calidad del aire tradicionales que pueden costar alrededor de £ 150,000. En cambio, se pueden instalar 25 sensores por el precio de una estación.
Durante las órdenes de confinamiento por la pandemia en California en 2020, cuando se pidió a los ciudadanos que permanecieran en casa, la red de sensores de la universidad registró una reducción del 25 % en CO₂ en el área de la Bahía. Esto se debió casi en su totalidad a una caída de aproximadamente el 50 % en el tráfico rodado.
Datos como este ponen en perspectiva el papel que juegan las opciones de transporte de los ciudadanos en la configuración de las emisiones y la calidad del aire de una ciudad. For those on the fence about their individual contribution to climate change and community health, this might help them finally take a step towards alternative means of travel. It can also put the spotlight on industrial and corporate sources of pollution that urgently need to be reduced.