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Aunque la Tierra ha sido habitable (ha tenido agua líquida en la superficie y algo de corteza) durante 4,3 mil millones de años, y los rastros supuestos de vida más antiguos sugeridos se remontan a 4,1 mil millones de años, la presencia de una biosfera microbiana está sólidamente demostrada solo desde hace 3.400 millones de años.
Reexaminar la evidencia de los primeros rastros de vida es fundamental en la búsqueda de los orígenes y la evolución de la vida, en la Tierra y en otras partes del universo, subraya esta semana la profesora Emmanuelle Javaux, paleobiólogo y astrobiólogo de la Universidad de Lieja, en el diario Naturaleza .
Los desafíos son numerosos:el registro de rocas preservadas comienza solo alrededor de 4 mil millones de años y es fragmentario, y rocas antiguas que posiblemente contienen biofirmas han sido transformadas por varios procesos geológicos a lo largo del tiempo, y puede estar contaminado por formas de vida más recientes. Además, Los procesos naturales no biológicos pueden crear estructuras minerales u orgánicas con químicas y morfologías que se asemejan a la vida. Finalmente, cuando se demuestra un rastro de vida, a veces es difícil determinar su identidad y metabolismo.
Nuevos avances en análisis a micro y nanoescala, así como enfoques experimentales, permitir mejorar la caracterización de estas biofirmas y restringir los procesos abióticos, teniendo en cuenta el contexto geológico. Volver a examinar la evidencia de los primeros rastros de vida es un desafío, pero es esencial en la búsqueda de los orígenes y la evolución de la vida en la Tierra pero también más allá en planetas o lunas habitables, como se han dado cuenta las agencias espaciales.
Esta investigación está en el corazón de la astrobiología, una disciplina científica reciente que tiene como objetivo comprender el origen, evolución, distribución, y futuro de la vida en el universo.