Los primeros filósofos griegos como Pitágoras (siglo VI a. C.) y Aristóteles (siglo IV a. C.) propusieron que la Tierra podría ser esférica. Sin embargo, no fue hasta el siglo III a. C. que el astrónomo griego Aristarco de Samos proporcionó el primer cálculo matemático del tamaño de la Tierra y la distancia al Sol.
El modelo de Aristarco de un universo heliocéntrico, con la Tierra y otros planetas orbitando alrededor del Sol, no fue ampliamente aceptado en ese momento. No fue hasta el siglo XVI que el astrónomo polaco Nicolás Copérnico revivió el modelo heliocéntrico y le proporcionó más apoyo matemático en su libro "Sobre las revoluciones de las esferas celestes".
El trabajo de Copérnico, junto con las observaciones y cálculos de astrónomos como Galileo Galilei y Johannes Kepler, ayudaron a establecer la comprensión moderna de la Tierra como un planeta que orbita alrededor del Sol.
Entonces, si bien no existe una sola persona a la que se le pueda atribuir el mérito de haber descubierto que la Tierra no es plana, fue gracias a los esfuerzos y contribuciones colectivas de muchos científicos a lo largo de siglos que se logró este entendimiento.