Los fósiles son restos o rastros conservados de animales, plantas y otros organismos del pasado. Pueden incluir huesos, dientes, caparazones, hojas e incluso organismos microscópicos como polen y esporas. Los fósiles proporcionan información valiosa sobre la historia de la vida en la Tierra, los entornos pasados y los eventos geológicos. Por lo general, se forman cuando los organismos se entierran en sedimentos, como barro o arena, y con el tiempo, los minerales del sedimento reemplazan el material orgánico, preservando la forma y estructura del organismo. Los fósiles se pueden encontrar en diversas formaciones geológicas y se clasifican según su edad, tipo de organismo y ubicación.
Combustibles fósiles:
Los combustibles fósiles son combustibles formados a partir de restos de plantas y animales que vivieron hace millones de años. Estos organismos fueron enterrados bajo tierra y con el tiempo, sometidos a calor y presión, transformándolos en los combustibles fósiles que utilizamos hoy, como el carbón, el gas natural y el petróleo (petróleo). Estos combustibles almacenan energía que puede liberarse cuando se queman. El carbón se forma a partir de materia vegetal antigua, como árboles y helechos, que se acumuló en pantanos y humedales. El petróleo y el gas natural se forman a partir de restos de organismos marinos, como algas y animales microscópicos. Los combustibles fósiles son recursos no renovables y su uso contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que provoca el cambio climático. A medida que avanzamos hacia fuentes de energía sostenibles, es importante reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles y hacer la transición a alternativas renovables como la solar, la eólica y la hidroeléctrica.