Las mesetas continentales se forman principalmente a través de extensas erupciones volcánicas. Las islas oceánicas formadas por erupciones volcánicas en el fondo del océano pueden crecer hasta alcanzar dimensiones tan enormes que llegan a la línea de flotación. Durante un período geológico, el aumento continuo del fondo del océano debido a la actividad volcánica hace que las rocas basálticas, una vez sumergidas, se eleven sobre el nivel del mar para existir como una isla. Con el paso del tiempo, la acción volcánica cesa y las características volcánicas quedan atenuadas por las actividades erosivas. En consecuencia, la accidentada topografía de la isla cambia hacia paisajes más tenues, donde los restos de picos volcánicos aún se destacan como monadnocks o colinas residuales. La meseta de Deccan en la India es un excelente ejemplo de meseta continental formada por dicha actividad volcánica.