Se pensaba que el saqueo de tumbas antiguas estaba extendido por toda Europa , debido a la creencia de que a menudo se enterraban valiosos ajuares funerarios con el difunto.
Los arqueólogos supusieron que estos bienes habrían sido una tentación irresistible para los ladrones de tumbas y que, como resultado, muchas tumbas antiguas habrían sido perturbadas.
Sin embargo, investigaciones arqueológicas recientes han puesto en duda esta suposición. Las excavaciones de cementerios antiguos han revelado que la gran mayoría de las tumbas están intactas y sin perturbaciones , lo que sugiere que el robo de tumbas puede haber sido mucho menos común de lo que se pensaba anteriormente.
Aquí hay algunas razones por las que los arqueólogos pueden haber sobreestimado la prevalencia del robo de tumbas:
1. Sesgo de muestreo :En el pasado, los arqueólogos solían centrarse en excavar tumbas grandes y monumentales, que tenían más probabilidades de ser saqueadas que las tumbas más pequeñas y modestas. Esta muestra sesgada puede haber dado la impresión de que el robo de tumbas era más común de lo que realmente era.
2. Identificación errónea de tumbas perturbadas: Es posible que algunos arqueólogos hayan malinterpretado las tumbas perturbadas como evidencia de robo de tumbas. Por ejemplo, las tumbas que fueron perturbadas por causas naturales, como terremotos o inundaciones, pueden haber sido atribuidas erróneamente al saqueo humano.
3. Falta de evidencia arqueológica: En muchos casos, los arqueólogos no tienen evidencia directa de robo de tumbas. Por ejemplo, la ausencia de ajuar funerario no significa necesariamente que hayan sido robados; es posible que hayan sido materiales perecederos que simplemente se han descompuesto con el tiempo.
La reevaluación de la prevalencia del robo de tumbas en la antigua Europa tiene implicaciones importantes para nuestra comprensión de las sociedades pasadas.
En primer lugar, sugiere que los ajuares funerarios pueden haber jugado un papel menos significativo en las prácticas mortuorias de lo que se pensaba anteriormente.
En segundo lugar, cuestiona la idea de que las sociedades antiguas estaban plagadas de crimen y violencia. Esta comprensión revisada arroja luz sobre las normas culturales y sociales que dieron forma al tratamiento de los muertos en la antigua Europa.