1. Floraciones de fitoplancton: Las erupciones volcánicas submarinas pueden liberar nutrientes, como hierro y fósforo, al agua circundante. Estos nutrientes actúan como fertilizantes para el fitoplancton, algas microscópicas que forman la base de la cadena alimentaria marina. Las floraciones de fitoplancton pueden causar cambios significativos en el color del océano, haciendo que el agua se vuelva más verde o marrón.
2. Liberación de gas: Las erupciones volcánicas pueden emitir varios gases, incluido el dióxido de azufre (SO2) y el sulfuro de hidrógeno (H2S). Estos gases reaccionan con el agua de mar, alterando su composición química y provocando cambios en el color del océano. La presencia de estos gases puede provocar la decoloración del agua, dándole un aspecto lechoso o amarillo verdoso.
3. Plumas de ceniza: Las erupciones volcánicas explosivas pueden generar columnas de ceniza que llegan a la superficie del océano. Estas partículas de ceniza dispersan la luz solar, afectando las propiedades ópticas del agua y provocando cambios de color. El agua cargada de cenizas suele tener un aspecto gris oscuro o negro.
4. Respiraderos hidrotermales: Los volcanes submarinos pueden formar respiraderos hidrotermales donde el agua caliente y rica en minerales de la corteza terrestre se mezcla con agua de mar fría. Estos respiraderos sustentan ecosistemas únicos y, a menudo, exhiben distintos colores de agua debido a la presencia de minerales y microorganismos. Los cambios en el color del agua alrededor de los respiraderos hidrotermales pueden indicar cambios en la actividad volcánica.
5. Cambios de temperatura: Las erupciones volcánicas pueden provocar aumentos localizados en la temperatura del agua. El agua más cálida puede afectar la distribución y abundancia de organismos marinos, provocando cambios en el color del océano. Por ejemplo, la presencia de especies de fitoplancton tolerantes al calor puede hacer que el agua tenga un color diferente en comparación con las áreas más frías.
Al analizar imágenes satelitales y observaciones in situ del color del océano, los científicos pueden detectar y monitorear los cambios asociados con la actividad volcánica submarina. Estas observaciones ayudan a evaluar el potencial de una erupción inminente, proporcionando información valiosa para la gestión de riesgos y los sistemas de alerta temprana.