"Nuestro estudio muestra que la pesca de arrastre de fondo en el Mar del Norte es una fuente importante de emisiones de carbono", afirmó el investigador principal, el Dr. Richard Unsworth. "Estas emisiones son comparables a las de otros sectores importantes, como la agricultura o el transporte, y deben tenerse en cuenta a la hora de establecer estrategias de mitigación del cambio climático".
La pesca de arrastre de fondo no sólo libera CO2 directamente a la atmósfera, sino que también daña el ecosistema del fondo marino, reduciendo su capacidad para almacenar carbono. Además, agita sedimentos, libera metano, un potente gas de efecto invernadero, y altera la topografía del fondo marino, lo que puede afectar las corrientes y los patrones climáticos.
"Las emisiones de carbono de la pesca de arrastre de fondo no son sólo una consecuencia de la alteración física del fondo marino, sino también de la forma en que cambia el ecosistema marino", dijo Unsworth. "Por ejemplo, la pesca de arrastre de fondo reduce la abundancia de algas, que son importantes para absorber dióxido de carbono".
Los hallazgos del estudio resaltan la necesidad urgente de tomar medidas para reducir los impactos de la pesca de arrastre de fondo en el cambio climático. Unsworth y sus colegas recomiendan una serie de medidas, incluida la reducción de la frecuencia y la intensidad de la pesca de arrastre de fondo y el cambio a prácticas de pesca más sostenibles, como la pesca con líneas o nasas.
"La buena noticia es que podemos reducir los impactos climáticos de la pesca de arrastre de fondo cambiando la forma en que pescamos", dijo Unsworth. "Al proteger el fondo marino, podemos ayudar a mitigar el cambio climático y proteger la salud de nuestros océanos".