* Relevamiento de superficie: Esto implica caminar sobre un área y buscar signos de actividad humana, como tiestos de cerámica, herramientas de piedra o cimientos de edificios.
* Estudio geofísico: Esto implica el uso de instrumentos para detectar elementos enterrados, como muros, zanjas y tumbas.
* Investigación histórica: Esto puede ayudar a identificar áreas donde es probable que las personas hayan vivido o trabajado en el pasado.
* Conocimiento local: En ocasiones, esto puede proporcionar información sobre dónde es probable que haya sitios arqueológicos.
Una vez que los arqueólogos hayan identificado un sitio potencial, normalmente realizarán una excavación de prueba. Esto implica cavar un pequeño agujero en el suelo para ver si hay alguna evidencia de actividad humana. Si lo hay, ampliarán la excavación y comenzarán a retirar con cuidado la tierra y otros depósitos para revelar los restos del pasado.
Los arqueólogos utilizan una variedad de métodos para asegurarse de excavar en los lugares correctos. Al planificar cuidadosamente sus excavaciones y utilizar una variedad de técnicas, pueden minimizar el daño a los sitios arqueológicos y maximizar sus posibilidades de encontrar información importante sobre el pasado.