El clima semiárido de la región Nordeste de Brasil se atribuye a sedimentos marinos depositados durante las épocas del Oligoceno y Mioceno. Estos sedimentos formaron una cuenca sedimentaria que atrapó los vientos que transportaban humedad desde el Océano Atlántico, creando un efecto de sombra de lluvia.
La ausencia de humedad del océano provocó el establecimiento de un clima semiárido en la región. Este entorno promovió el desarrollo de ecosistemas únicos y vegetación adaptada a la baja disponibilidad de agua.