El estudio involucró a dos grupos de participantes. A un grupo se le mostró un termostato parlante que podía responder preguntas y brindar información sobre el clima y el uso de energía del usuario. Al otro grupo se le mostró un termostato tradicional que no hablaba. Luego se preguntó a ambos grupos cuánto estarían dispuestos a pagar por cada termostato.
Los resultados mostraron que los participantes del grupo del termostato parlante estaban dispuestos a pagar un promedio de $20 más por el termostato parlante que los participantes del grupo del termostato tradicional. Esto sugiere que las personas están dispuestas a pagar más por productos que parezcan comprenderlos y comunicarse con ellos.
Los investigadores creen que este hallazgo podría tener implicaciones para el diseño de productos futuros. Al fabricar productos que puedan dirigirse a los usuarios, las empresas podrían hacerlos más atractivos y aumentar sus ventas.
Por supuesto, los productos parlantes también presentan algunos inconvenientes potenciales. Por ejemplo, las personas pueden encontrarlos molestos o intrusivos. Además, los productos parlantes podrían ser pirateados, lo que podría representar un riesgo para la seguridad.
En general, los hallazgos del estudio sugieren que existe potencial para que los productos parlantes tengan éxito en el mercado. Sin embargo, es importante considerar tanto los beneficios como los inconvenientes de los productos parlantes antes de decidir si comprar uno o no.