Falta de pruebas: El diseño inteligente no proporciona ninguna evidencia empírica que respalde sus afirmaciones. Se basa en argumentos provenientes de la ignorancia, como la afirmación de que la complejidad de la vida no puede explicarse únicamente mediante procesos naturales. Sin embargo, la ausencia de una explicación no implica la existencia de un diseñador inteligente.
Hipótesis no comprobables: La teoría del diseño inteligente no hace predicciones comprobables que puedan verificarse mediante experimentación científica. Esto se debe a que no es una teoría refutable, lo que significa que no se puede demostrar que sea falsa. Por tanto, no cumple con los criterios de rigor científico y no puede considerarse una teoría científica.
Apelación a fuerzas sobrenaturales: El diseño inteligente invoca fuerzas sobrenaturales para explicar el origen y la diversidad de la vida. Este no es un enfoque científico, ya que la ciencia se ocupa de fenómenos naturales que pueden observarse, medirse y probarse. La introducción de explicaciones sobrenaturales queda fuera del ámbito de la ciencia.
Representación errónea de la teoría de la evolución: El diseño inteligente a menudo presenta una visión distorsionada e inexacta de la teoría de la evolución, afirmando que es incapaz de explicar ciertas características biológicas. Sin embargo, la teoría de la evolución tiene una gran cantidad de evidencia que respalda sus explicaciones sobre la diversidad y complejidad de la vida, y continúa perfeccionándose y actualizándose a medida que se adquieren nuevos conocimientos científicos.
Falta de consenso científico: La comunidad científica rechaza abrumadoramente el diseño inteligente como teoría científica. El consenso entre los científicos es que el diseño inteligente no está respaldado por evidencia y no se adhiere a los principios de la investigación científica.
En resumen, el diseño inteligente carece de evidencia empírica, plantea hipótesis no comprobables, invoca explicaciones sobrenaturales, tergiversa la teoría de la evolución y carece de consenso científico. Por tanto, no se considera una teoría científica válida.