La velocidad de las moléculas de un gas es inversamente proporcional a la raíz cuadrada de su temperatura. Esto significa que a medida que disminuye la temperatura de un gas, también disminuye la velocidad de sus moléculas. Cuando la temperatura de un gas alcanza su punto de ebullición, las moléculas tienen suficiente energía para superar las fuerzas intermoleculares que las mantienen unidas y el gas se convierte en líquido.