La reacción química general para la saponificación se puede representar de la siguiente manera:
Triglicérido (grasa o aceite) + 3 NaOH (hidróxido de sodio) → 3 Sales de ácidos grasos (jabones) + Glicerol
En esta reacción, el triglicérido, que es una molécula compuesta por tres cadenas de ácidos grasos unidas a una cadena principal de glicerol, reacciona con el hidróxido de sodio, una base fuerte. El hidróxido de sodio rompe los enlaces éster entre los ácidos grasos y el glicerol, liberando los ácidos grasos como sales de carboxilato. Estas sales de carboxilato son lo que comúnmente llamamos jabones. El glicerol, un subproducto de la reacción, es un líquido viscoso que tiene sus propios usos comerciales.
Los jabones producidos mediante saponificación suelen ser sales sódicas de ácidos grasos, aunque también pueden ser sales potásicas o amónicas. El tipo de ácido graso presente en el triglicérido de partida determina las propiedades y características del jabón resultante. Los jabones elaborados con ácidos grasos saturados, como los que se encuentran en las grasas animales, tienden a ser más duros y sólidos, mientras que los jabones elaborados con ácidos grasos insaturados, como los que se encuentran en los aceites vegetales, son más suaves y líquidos.
La saponificación es un proceso ampliamente utilizado para producir jabón y otros productos de cuidado personal, como champú, acondicionador y gel de baño. También se emplea en la fabricación de productos industriales como lubricantes, pinturas y detergentes.